Dos por tres
cubículos ingeniosamente
diseñados para mendigar una opción
de ropas que alteren mi profundo
pacífico con
tu llana isla negra.
Yo sé… yo sé
que debajo de esta ropa y más, en esta carne
no hay más marineros
y ni más danzas con huesos…
que
la
niebla no penetra
hasta acá ni más al rincón
que mi cajón de calcetines huachos,
y el sol de tu mirada
es sólo una bola manchada
suspendida en sí misma.
Me autorizo
decirte
casi desnudo,
Yo sé que debajo de esta carne que es mi ropa,
no hay nada más.
Aquí se acabaron los
caminos, mis manos y tu cara
que comienzo
un triste viaje de vuelta,
un viaje devuelta
desde tu pequeño río
hasta mi solitaria salas y gómez,
O picton y lenon.
Un pasaje caro tipo pullman
hasta mi cariño despreciado
Y descobijado en
el mar
de tus
boleros.