Hortensia,
como todas las flores ornamentales,
sobra.
Sobra en todos lados.
Sobra en todos lados.
Su presencia
toma pequeños
lapsos de tiempo
lapsos de tiempo
entre la feria y el persa,
para aquietar la mujer feral,
que un hombre baladí,
su maldito padre,
desfiguró para ella.
No le resulta.
Hortensia no es una flor.
Ni puede ser menos salvaje.
Hortensia,
sólo puede remitirse
a doblar ropa del planchado,
que le encarga la vecina.
A distribuir menos detergente a la ropa
y sacar el blanco "Ace" que proclama la caja idiota,
que por cierto,
también la hace vivir
también la hace vivir
ornamentalmente.
De alguna forma,
Hortensia intuye,
que todo todo podría ser peor.
Pero para ella...
sólo es una intuición.
Nada preocupante.
Mientras la plancha quema la tarde y sus dedos,
su vida color marrón
adquiere nuevamente
la misma sangre
Y la misma saliva,
que,
una mujer pobre
se obliga
a beber todos los días.