Los instantes traviesos -llenos llenos de maldad-,
regalan zozobras, renuencias antiguas,
Provocan reluctancia entre conservadores,
Nombran un sur fantasioso,
una Pompeya y su pesadumbre,
la pobre vidriera que te espera.
Ellos suben ocasionalmente al trabajo,
Revuelan los libros de actas, los fraudes de venta,
Los horarios marginales… se olvidan de los almacenes,
Todo muerto ya lo sabe,
A los dos nos han tirado de un tiro en el retiro…
Viejo y cagado, pleno amarillento,
doblado como un fuelle.
Lo que hemos vivido nos apronta el registro,
Resuenan re-voces en el castillo de naipes,
no andes goteando conmigo,
el pálido rezongo de tu estadía.